sábado, 24 de octubre de 2009

Fetiche

Todo ocurrió más rápido que nunca. Estaba sentado en la parte de atrás del bus, era de esos buses orugas y tome la penúltima fila de asientos lo que me permitía quedar en posición contraria a los demás pasajeros y observar los últimos asientos. Era la mejor posición para tranquilamente desmenuzar a Huxley. Estaba entonces sumido en mi lectura cotidiana y casi ni noté cuando subieron al vehiculo, de no ser por le reflejo platinado en el rabillo de mi ojo quizás nunca lo hubiera notado. Y digo nunca con la convicción de que mis palabras son falsas pues cuando el destino se trae entre manos involucrarte en situaciones bizarras no hay nada que te salve, es como si quedaras a la deriva y sin remos en un rio calmo. Sabes que estas bien, te siente a salvo pero aun así no tienes idea donde esas aguas te llevaran, es mas, sabes que bajo esas aguas se esconden piedras que pueden destrozar tu estructura y hacerte precipitar fuera en donde nuevamente estarías a salvo nadando pero la sensación de la proximidad de la inseguridad seguiría revoloteando durante todo el viaje. En mi caso el bote era una cabellera dorada y se subió acompañada por un tipo delgado enlutado en cuero. Se ubicaron en el último asiento al lado de la ventana, llevaba un gamulan gigantesco que le cubría todo el cuerpo y solo dejaba ver sus tacos y su bello rostro. En cuanto ella se sentó comenzó a mirar por la ventana como si su acompañante no existiera. El le hablaba en voz baja y gesticulaba, trataba de justificarse por algo y ella mantenía su rostro impávido frente a la ventana. De repente ocurrió, una lágrima se deslizo desde sus ojos azulados y rodó por sus mejillas hasta acurrucarse en sus labios. Ese momento, que pudo haber sido un momento cualquiera para otra persona, fue para mí el momento culmine, máximo. No se porque pero cada vez que veo a una mujer llorar siento una irrefrenables ganas de abrazarla, besarla y hacerle el amor. Primero con pasión, luego con locura. Entonces la rabia se funde con mis sensaciones porque sé que soy incapaz de mantener la concentración en el acto amatorio. No se si se trata de desinterés (siempre he considerado que el sexo es un momento sin intelectualidad por lo que no me es interesante de ninguna manera) o si tanta lectura ha corroído mi mente hasta el punto de no encontrar satisfacción en nada que sea real. Para mi el deseo es una sensación en mi cabeza irreproducible en la vida real. Pero la verdad no podía quitar la mirad de ese rostro, sus facciones aparentemente duras, escondían detrás una agotamiento intenso. El tipo seguía hablándole cada vez más alto y gesticulando cada vez con más intensidad. La misma intensidad que hacia subir la temperatura de mi sangre y en mi cabeza comenzaban a hervir imágenes donde yo golpeaba con vehemencia al tipo hasta hacerlo caer y luego seguía golpeándolo en el suelo hasta que la sangre salía de su cabeza como una cascada carmesí y en ese instante ella abría su gamulan para mostrar que llevaba un ajustado vestido de latex y ambos, como si fuéramos parte de una orquesta infernal, golpeábamos el cuerpo moribundo hasta transformarlo en un charco de sangre gigante sobre el cual nos abrazábamos y nos revolcábamos y nos besábamos hasta que el sabor salado de la sangre se fundía en el dulce sabor de su saliva y repentinamente nos veíamos desnudos, manchados de sangre, haciendo el amor como dos bestias demoniacas condenadas a la lujuria en el infierno eterno. Esos pensamientos me hicieron despertar a la realidad y observe la escena. El tipo ya no hablaba solo rumeaba unas palabras sueltas y miraba en dirección contraria a la mujer, yo no se como lo hacia pues yo no podía sacarle la vista de encima. El deseo creció, sentí dolor en mi alma por mi cerebro lleno de gusanos dantescos y no aguanté más y de un salto bajé del bus en la primera parada que vi. Ahí, apoyado sobre un teléfono publico, vomite mis pecados digeridos en forma de desayuno que había sido la única comida que había tenido en el todo el día. Me sentí sucio e impotente y estuve a punto de lanzar un grito al infinito cuando sentí un golpeteo en el suelo detrás mío, gire mi cabeza y la vi que se había bajado tras de mi, comenzó a caminar y el golpeteo de sus tacos en el suelo me invitaba a seguirla, primero autómata luego me di cuenta que a cada paso que ella daba, a cada sonido de sus tacos sobre el suelo me sentía más excitado. Me imaginé estar tendido en el suelo frene a ella mientras sus tacos marcaban sus pisadas por todo mi pecho, por mi ombligo y finalmente por mi miembro. El solo imaginar el dolor de la escena me hizo sentir una ráfaga de calor intenso que me recorrió entero pero que finalmente se concentró en mi entrepierna. Ella noto que yo estaba detrás, giró y me miró. Su rostro seguía impávido y la lágrimas le seguían corriendo por sus mejillas
-te sientes bien- le dije casi automáticamente
-No…- me dijo y se puso a llorar.
No se de donde salieron mis fuerzas pero me acerque rápidamente a ella y la abrace. Quedamos en una perfecta sincronía entre sus hombros y mis brazos, pero yo no podía alejar de mi mene la idea de sus tacos pisando por todo mi cuerpo. Eso mezclado con la ternura de la escena me provocó una erección como hace tiempo no tenía. Y se que no fui el único que lo notó. Ella me miró y yo sin saber como, la bese fuerte como nunca había besado a nadie.

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