sábado, 24 de octubre de 2009

Pisadas

No entiendo por qué tengo que seguir los mismos ritos, vagar, pisadas, bordes. Por qué siempre los mismos estímulos. Es como un mantra corporal, como un yoga visual en el cual soy capaz de desarrollar percepción y abstracción al mismo tiempo. Incluso las interrupciones son cotidianas, siempre al principio y al final. Y una canción, la banda sonora no son las pisadas, sino la primera canción. La audición, el silencio. El silencio concebido como el relleno del sonido. Rellenar la música con silencio y no el silencio con música. Así como en el Japón se habla del MA y LaoTse diciéndome “las paredes y ventanas forman la casa pero la esencia de la casa es el vacío en su interior”. El vacío, el vacío puro. Estado dominante de transmutación. Efecto del destino, del silencio, del cotidiano. El mundo forma una espiral. Caminando por el borde y tratando de no pisar las líneas. Manías cotidianas. Que hunden el reflejo interior en el exterior. En mi interior. Sin inicio o fin, solo un camino con interminables dicotomías. Hasta hacer estallar la catarsis en la conciencia. Una sensación pura y blanda. No puedo evitar recostarme al pensar y a veces me quedo dormido para entrar en mi mente en forma de sueño que nunca puedo recordar. En donde las soluciones se funden con los problemas.
Por eso nunca logro obtener una conclusión de nada.

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